Mitos:
Zelendín, Cielo Azul
del Edén
En tiempos muy
remotos, el poderoso dios Apu Kon Titi Wiracocha, creador del cielo, de la
tierra, de las estrellas y de todo cuanto existe, ayudado por sus hijos los
dioses Inti e Illapa, distribuía entre sus mejores fieles de la tierra,
llamados Apus, los más hermosos parajes de su creación.
Es así como a Apu
Rume, su esposa y súbditos, les confiere una bellísima llanura poblada por toda
clase de animales, plantas y mil riquezas; encargando a su hijo Inti le dotara
de luz, calor y vida y a su hijo Illapa le diera lluvia y energía para
fructificar la caza, pesca y labores agrícolas de sus protegidos.
Taita Rume y su
esposa tuvieron dos hijos llamados Jelic y Guayao y una hermosa hija de nombre
Zelén. Jelic, el mayor, se convirtió en un poderoso guerrero, encargándose de
la defensa de la comarca, por lo que se quedó a vivir cerca de la casa paterna.
Guayao, llamado “grande” por su fuerza y estatura, se dedicó a la caza, la
pesca y la agricultura, instalándose al oeste del lugar donde habitaban sus
padres. Allí brotó un cristalino y abundante manantial para favorecer sus
actividades. Zelén, la hija menor, a medida que crecía iba transformándose en
una doncella de belleza deslumbrante, a la que se sumaba dos grandes ojos de
color azul – celeste como el cielo azul del Edén, haciendo de su mirada un rayo
penetrante e irresistible. Ella paseaba por el prado jugueteando con las aves,
las flores y las multicolores mariposas y entre mágicos cantos, recogía los
frutos que allí se producían.
Era tanta la belleza
y encantos de Zelén, que Inti e Illapa, se prendaron locamente de ella. Ambos
pretendían ser dueños de esa angelical hermosura. Pero de los dos, Inti fue el
favorecido, iniciándose un tierno y apasionante idilio. Inti la acariciaba
tiernamente, adorando sus hermosos cabellos y haciendo brillar aún más sus
azulados ojos. Juntos paseaban por el valle esparciendo por todas partes vida y
calor humano, convirtiendo aquel acogedor lugar en un divino Edén.
Este idilio despertó
la envidia de Illapa, quien creyéndose mejor que Inti, se presentó astutamente
ante Zelén, ofreciéndose muchas ventajas a cambio de su amor. La doncella
herida por la falta de respeto, lo rechazó airadamente. Entonces el dios del
rayo y la tormenta juró vengarse de tal afrenta.
Cierto día en que
Inti fue llamado por su padre Wiracocha, para visitar otros parajes que había
cedido a otros Apus, Illapa creyó llegado el momento de su venganza. Cubrió el
cielo con una extensa nube negra que oscureció el ambiente, descargando luego
una torrencial lluvia y electrizantes rayos sobre las casas de Rume, Jelic y
Guayao, reduciéndolas a escombros y dando muerte a todos sus ocupantes, entre
ellos a Zelén.
Cuando Inti regresó
se enteró de lo sucedido. Se entristeció de tal manera que se retiró a llorar
amargamente la muerte de su amada al lugar llamado Intiguagana. Tan abundante
fueron sus lágrimas que se formó una quebrada llena de agua que inundó toda la
llanura, formando una gran laguna de nombre Jananchancocha. Luego Inti llevó el
cadáver de su amada a su mansión celestial donde con el poder de su padre
despertó para una vida eterna. Desde allí Zelén mira siempre con el diáfano
azul celeste de sus grandes ojos a la comarca que tomó su nombre, Zelendín.
Los escombros de las
casas de Rume, Jelic y Guayao se transformaron en los cerros que hoy rodean la
campiña con los nombres de Padrerume, Jelic y Cerro Grande.
(Versión de Manuel
Silva Rojas)
Sin embargo, Inti no
se conformó con perder el Apu asignado por su padre Wiracocha, sino que en
nombre de su amada Zelén habitó nuevamente esta bella laguna con una nueva
familia, conformada hoy, por Quilla su esposa y Coyllurs sus servidoras.
Celendín: Sede de los
Dioses
Todo pueblo tiene un
mito o leyenda que quiere explicar su origen. El Cielo Azul del Edén no se
queda atrás y haciendo gala de su imaginación dice: enamorados de la belleza de
la legendaria laguna de Jananchancocha o Laguna Sagrada, el Sol, la Luna y las
estrellas establecieron su reino en estos lares. El rey Sol, con su esposa la
Luna y sus servidoras las estrellas gobernaban el universo desde este paraíso
que empezaron a llamarlo Zelendín o Cielo del Edén.
Sin embargo, ante la
felicidad de los dioses, los genios del mal, con su corazón de piedra,
empezaron a conspirar. El diablo o Supay congeló las aguas de la Laguna
Sagrada. Pero el Sol o Inti con su poderoso calor, deshizo el hielo y el
hechizo. Así Supay comprendió que Inti era poderoso enemigo. Por ello reunió en
asamblea a todos los genios del mal: el huracán, el temblor, la tempestad…todos
estaban allí. Cada uno dio su diabólica opinión para disecar la laguna y cada
uno otorgó la misión respectiva para tal maléfico fin.
Se celebraba el
cumpleaños de la Luna o Quilla y todas las estrellas o koillors estaban muy
ocupadas en adornar con guirnaldas a la laguna, limpiar las malezas, sembrar
flores, y, el Sol preparando la rica chicha. La noche del gran onomástico de la
Luna Llena todo era alegría, la chicha corría como agua y las estrellas habían
formado una gran orquesta, todos estaban ebrios. De esto se aprovecharon los
genios del mal y atacaron: El temblor hizo estremecer el cerro del norte y lo
derrumbó; el huracán encrespó las aguas de la laguna y las sopló violento hacia
el norte; la tempestad puso la confusión, mientras los Supay atacaban a las
estrellas que se defendían como podían.
Al día siguiente todo
era desastre y confusión. La laguna había desaparecido y solo quedaba una pampa
llena de humus. Los dioses tuvieron que abandonar su lugar más querido; pero no
se olvidaron de estas tierras; el dios Inti envió hombres venidos desde oriente
con variadas semillas, que solo arrojaron sobre estas fértiles tierras. Pronto
la antigua laguna azul que reflejaba el límpido cielo se convirtió en un vergel
esmeraldino, sede ya no de dioses, sino de hombres vigorosos e inteligentes.
La Laguna de Shururo
Cuando los genios del
mal desaparecieron la inmensa Laguna Sagrada, no se perdieron todas sus aguas.
Una gran parte se quedó en la quebrada de Shururo, al norte de Zelendín. Allí
se formó la laguna del mismo nombre, que el dios Inti puso al cuidado de un
puma negro, como “madre”. (Es creencia popular que toda masa de agua tiene su
“madre”).
El puma cuidaba con
esmero a su laguna y siempre estaba vigilante para librarse del ataque de los
genios malignos. Sin embargo, un día que había salido a tomar sol sobre una
piedra, un gigantesco cóndor lo suspendió por los aires con el fin de matarlo;
pero la laguna fiel a su “madre” en forma de columna se elevó por los aires. Se
desataron los truenos y se desencadenó una rugiente tempestad y la laguna
siguió luchando sin desmayar con el cóndor, encarnación de Supay. Al final el
cóndor empapado por las aguas, soltó al puma y la alguna recuperó a su “madre”.
Con el esfuerzo
desplegado la laguna ha quedado reducida y el puma herido ya no sale a tomar el
sol. Sin embargo, este hecho ha sido tomado como acto de fidelidad y amor.

Los Primeros Shilicos
El dios Inti, rey del
mundo, luego de ser expulsado por los genios del mal del entorno de su amada
laguna Zelendín, dispuso que una tribu debiera venir a ocupar el valle recién
formado. La tribu minuciosamente escogida por tener hombres llenos de amor a la
tierra, laborioso y rectos, fue la de los Arawac, originarios del Caribe y del
Orinoco. El sol ordenó a sus jefes tomar el río Amazonas y luego el Marañón
hasta donde sea navegable para finalmente adentrarse hacia el oeste y llegar
hasta acá.
Cumplida la orden
pronto se vio en las alturas de Gelic a hombres y mujeres que descendían del
cerro para ubicarse en las hermosas y esmeraldinas pampas de Zelendín. Lo
primero que encontraron fueron frutos que solo al toparlos, hacían el sonido de
shil-shil y por ello tomaron el nombre de Shilicos. Los arawacs acostumbraban
formar palabras onomatopoyéticas.
Sin embargo, como los
que vinieron eran muchos, algunos siguieron, su camino y llegaron hasta Chavín;
donde según el arqueólogo peruano Julio C. Tello, formaron la cultura más
antigua del Perú.


Leyendas:
La Pampa de la Culebra
Entre Celendín y
Cajamarca existe una hermosa llanura de varios kilómetros de extensión. Por
media pampa se divisaba- ya que hoy ha desaparecido por el intenso cultivo de
cebada- una elevación de terreno que semejaba en su conjunto a una enorme
serpiente.
Se dice que en años
inmemoriales salió de la selva una enorme serpiente, que, dirigiéndose a la
sierra, devoraba a su paso a poblaciones enteras en insaciable destrucción. El
rey Inti compadecido de su pueblo mando al Illapa, el cual con su poderoso rayo
se lanzó directamente sobre la cabeza del monstruo, matándolo al instante. Con
el transcurrir de los años el cuerpo de la serpiente se hizo tierra y los
lugareños empezaron a llamarla la Pampa de la Culebra.
Este mito, nos
explica lo que en verdad sucedió de acuerdo a los historiadores. La culebra
representa a la cultura Chachapoyas, la cual inició una guerra de invasión
hacia occidente y el rayo representa a la cultura Caxamalca, que detuvo en
sangrienta batalla a los invasores en la Pampa de la Culebra. La elevación
formada no es más que el promontorio formado por los sepulcros de los numerosos
muertos.
Es tradición de los
pueblos que cada uno tenga un dios o tótem protector. Sin duda el de
Chachapoyas fue la serpiente o amaru y el de los Caxamalca el rayo o Illapa.

El Cerro de Sal
En Yanacancha en el
lugar llamado Tambillo, distrito de Chumuch existe un cerro negruzco que tiene
al pie de sus faldas una laguna cristalina que refleja el color del cerro,
dando la impresión de que es una laguna negra.
Se dice que ese cerro
fue antiguamente una mina de sal, de la cual extraían este mineral los
naturales para su alimentación y venta.
Un hechicero
envidioso por el bienestar de esta gente, encantó al cerro, haciendo
desaparecer la mina de sal.
Nos cuentan que en la
actualidad nadie puede acercarse a estos lugares, de lo contrario se expondrían
a morir ahogados, ya que la “madre” de la laguna, una hermosa doncella, atrae
con sus encantos a los visitantes, ofreciéndoles riquezas Hipnotizados éstos se
adentran a la laguna y perecen. Muchas veces se reflejan en sus aguas
apetitosas frutas, dulces… que sirven de trampa a los inocentes. El que mira
fijamente a estos productos, es atraído hasta el fondo de la mágica Laguna
Negra.
“LA AMBICIÓN ES
PELIGROSA CONSEJERA”
En libro
El Chorro Cornelio
A quince kilómetros
de Jerez (distrito de Huasmín), se encuentran ubicadas tres cataratas, las que
brindan un hermoso espectáculo a la vista y una tremenda emoción al espíritu.
Este es un gran regalo que Dios ha hecho a Celendín, por la belleza e
inmensidad de su paisaje. No solo hay que admirar a las tres cataratas formadas
por el río Jadibamba, sino el entorno maravilloso que ofrece la diversidad de
ecosistemas, formado por rocas impotentes y producción nativa muy importante.
Nos cuenta la leyenda
que, en el caserío de Vista Alegre, vivía un mozo de atlética figura llamado
Cornelio Castro, el cual se enamoró perdidamente de la más bella muchacha de la
comunidad, de nombre Estela Chávez. Cornelio la cortejaba con ahínco, pero solo
recibía respuestas negativas de la orgullosa fémina. Sin embargo, un día de
espléndido sol y convencida del amor de Cornelio, Estela le dio el tan esperado
sí, pero bajo cierta condición: que le regalara el perol de oro que yacía en el
fondo de la laguna formada por la caída del “chorrito”.
En efecto, se creía
que en el fondo de la laguna existía un pequeño perol de oro, cuya procedencia
se remontaba al tiempo del incanato.
Unos creían que el
dios Inti la había puesto allí como su “reloj de oro” o corihuatana, ya que, si
el sonido producido por la catarata era suave y armonioso, era señal de verano
y si el sonido era tan fuerte que se escuchaba a kilómetros era señal de
invierno. Otros creen que quien arrojó el perol allí fue el mismo demonio o
Supay, para tentar la ambición de los hombres.
Para cumplir el deseo
de su Estelita, Cornelio pidió el auxilio de varios amigos, pero por más
esfuerzos que hicieron no pudieron encontrar el tan preciado perol. Desesperado
Cornelio rogó a Dios que le ayudase en su difícil misión, ofreciéndole incluso
su vida. Al día siguiente muy de mañana se levantó y se marchó solo hacia la
laguna, buceó por el tiempo de una hora y al fin pudo encontrar el asa del
perol, la que amarró a una soga. Con gran esfuerzo sacó el perolito y muy contento
fue a ofrecer a su amada el gran regalo. Pero la vanidosa mujer dijo: “es muy
pequeño para mi belleza”. Entonces Cornelio, llorando comprendió que Estela no
le amaba, lo había expuesto a mil peligros y al final solo hizo notar su
maldad. Escupió en la cara a la muchacha y cogiendo el perol, se dirigió
nuevamente hacia la laguna y se arrojó en sus aguas con el perol y todo. No
volvió a aparecer, más bien surgieron de la peña dos ojos o ventanas, por las
cuales corrieron las dolorosas lágrimas de Cornelio. Desde entonces se llama al
lugar “El Chorro de Cornelio”, el cual tiene una caída de más de cien metros y
a los costados otras dos cataratas que nacen de la peña. Tremendo espectáculo
que está esperando la visita de propios y extraños que lo convertiría en un
colosal atractivo cerro turístico.
Al leer esta leyenda
ojalá los enamorados sepan descubrir el amor sincero de su pareja. No puede
haber amor si uno de ellos exige a las otras cosas que pueden poner en peligro
su vida.
EN LIBRO
La Cordillera de
Calla Calla
Celendín tiene el
privilegio de estar al centro de tres departamentos: La Libertad, Amazonas y
Cajamarca. De allí que en tiempos pretéritos se constituyó en puerto
obligatorio en el comercio por el sistema de “arrierías”. Por acá pasaron
muchos aventureros atraídos por la fiebre del oro negro(caucho) rumbo a la
selva y fueron pocos los que regresaron.
Algunos celendinos
también tomaron parte de esta aventura. Uno de ellos fue don Sixto Merino, que
al cabo de unos años volvió con muchas libras de oro en su bolsillo y a pesar
de su “fealdad” se casó con la chica más bonita de Celendín. Sin embargo,
Laureano no tuvo la misma suerte y fue atacado por un puma y murió. La esposa
de Laureano sin saber de este acontecimiento, viajó en su búsqueda con su
pequeño hijo a las espaldas. Luego de varios días de camino junto con los
arrieros (que conducían sus mulos con carga), llegó a Chachapoyas donde se
enteró del trágico fin de su amado esposo.
Sin pensarlo dos
veces, tomó el camino de regreso sin siquiera un fiambre. ¡Tanto fue su dolor!
En el camino solo atinaba a llorar, alimentando a su pequeño hijo con su leche.
Al fin llegó muy debilitada a la cumbre de la cordillera, donde se dejó caer
agónica. El niño lloraba desesperadamente de hambre y frío y la madre solo atinaba
a decir: “Calla, calla…” hasta que se extinguió este delirio. La madre estaba
muerta y el niño pegado al pecho de su madre extrayendo la última gota de su
leche. Los arrieros salvaron al pequeño y enterraron a su madre.
Se asegura hoy, que
los viajeros que pasan a pie por esta cordillera, junto al murmullo del viento,
escuchan la palabra “calla, calla” y por eso llaman a la cordillera Calla Calla.
El amor de una buena
esposa y madre, se ha perennizado así.


Leyenda de Tolón
Cerro dominante por
su altura y forma piramidal, situado al norte del distrito de Celendín, es
Tolón; nombre derivado del sonido que hicieran las piedras al rodarse, luego
que los incas arrojaron los vasos de oro y plata que conducían para el rescate
del Inca Atahualpa en Cajamarca. En efecto, los conductores de parte del gran
tesoro supieron que el Inca ya había sido ajusticiado y por ello sumieron en el
secreto al tesoro real.
Es creencia que el
camino real de Cajamarca a Quito, pasaba a través de este cerro en forma
subterránea y por ellos existen hasta hoy los llamados “pororocs”, como
chimeneas para oxigenar el camino; y se llaman así porque al arrojar una piedra
por estos agujeros, se escucha el sonido peculiar de pororoc-pororoc. Por hoy
como lamentos del indígena por la pérdida de su Inca, se escuchan sonidos raros
y luminosidades extrañas.
En una de las laderas
del Cerro hay una puerta de piedra esculpida en la roca, dándole la impresión
de inmensa capilla. Nos cuenta don Fortunato Cachay, un anciano de más de 90
años, que en su juventud se dedicaba a la agricultura cerca del Cerro Tolón. Un
día se perdieron como por encanto, sus dos bueyes. Como eran su única riqueza
los buscó desesperadamente por varios días, y al fin encontró a uno de ellos
“con el rabo cortado”, cerca de la misteriosa puerta que estaba entreabierta.
Al ir a coger al buey, este penetró por la puerta y el campesino sin pensarlo
dos veces, lo siguió. Pero ¡oh sorpresa! Un gigante negro le cerraba el paso y
cogiéndolo por los hombres lo suspendió por los aires. El pobre campesino entre
titubeos explicó porque estaba allí, reclamando a sus bueyes, que ya
distinguió, estaban moviendo un enorme trapiche junto a otros tantos, todos sin
cola. El gigante llevó al aterrado Fortunato, hasta otro personaje que parecía
jefe de los “shapingos”. Este oyendo las razones expuestas por el labrador, le
ofreció devolverle los animales y el jornal por el trabajo realizado. Al salir,
nos dice Fortunato, escuché una voz como de trueno que decía” Ciérrate
perejil”. Y el portón se cerró violentamente.
Al día siguiente
acudió nuestro buen hombre a la cita. La puerta estaba cerrada, pero encontró
una fila de cestos de chancaca, que al llevarlos a casa se transformaron en
oro. Y Fortunato hizo alarde de su nombre, transformándose en el hombre más
rico de la comarca. Pero algo extrañado termina su narración ante los estáticos
muchachos que lo escuchábamos. “A pesar de que estuve solo unos minutos dentro
del cerro, sin embargo, la desgraciada de mi mujer ya había hecho velorio y
hasta se había comprometido con otro, ¡ah! Pero ella lo pagó porque murió
primero. “Hoy la famosa puerta está esperando que alguien diga otra vez” ábrete
perejil”.

Choctamalke
Los arawacs o
arahuacos pronto crecieron y formaron tribus. En esta zona creció el cacicazgo
denominado Choctamalke, con su capital La Chocta, ciudadela estudiada por Julio
C. Tello y Moisés Chávez, con sus famosas chulpas, y que hoy gracias a la
estúpida indiferencia de las autoridades, se están destruyendo.
El último cacique de
esta cultura fue Intihuaquishahua; cuando llegaron las tropas de Pachacútec. El
inca llegado de Caxamarca solicitó la presencia de todos los jefes importantes,
para informarles de las condiciones de rendición y de la importancia de
incorporarse al Imperio Incaico. Allí estuvo Intihuaquishaua, que conoció a la
hija del Inca desatándose entre ellos un amor sublime a primera vista.
Como era costumbre el
Inca no aceptó tales amores y por ello nuestro cacique robó a la princesa y
pasando a Choctamalke, atravesó el río Marañón internándose en la selva. Se
dice que llegó a la región de Lamas y que los lamistas son descendiente de esta
tribu, ya que ellos tienen costumbres más bien serranas antes que selváticas.
El inca dividió el
territorio casi desértico, ya que la mayoría de pobladores se habían ido con su
cacique, en 6 partes: Chumuch, Chimuch, Huaco, Oxamarca, Sorochuco y Llamadín e
hizo venir a mitimáes Chilchos o Guamán. Según dicen algunos, por los chilchos
los caxamalquinos empezaron a decir Shilicos.
En base de estos
hechos el laureado escritor celendino Prof. Alfonso Peláez Bazán, nos ha dejado
un hermoso testimonio. Ojalá que otros escritores a inspiración y ejemplo de
nuestro maestro, también hagan gala de su pluma, sublimando estos
acontecimientos.

Langascocha
Juan y María se
casaron muy enamorados y fueron a vivir en la parte baja de “El Tambo”, caserío
de José Gálvez. A los nueve meses les nació una preciosa niña que le pusieron
por nombre Aurora. La niña iba creciendo muy feliz con el calor de sus padres.
Desgraciadamente,
María se murió y Juan se casó en segundas nupcias con una mujer que tenía una
hija. Esta, de nombre Filomena, hizo De Aurora su sirvienta y le asignó
numerosas tareas en la cocina y en el campo, de modo que la pobre Aurora no
tenía tiempo ni para peinarse, por ello le llamaron “La Landoza”. Landoza
arriba, landoza abajo y landoza solo lloraba.
Para que nadie se dé
cuenta de sus llantos, salía de la casa hasta una “lomita” y allí gritaba su
dolor y lloraba hasta el cansancio, y allí un día su padre la encontró muerta;
pero ¡oh sorpresa! Había brotado una corriente de agua que se transformó en
catarata. La gente lo conoció como la Laguna de la Landoza o Catarata de
Langascocha simplemente. Hoy es un lugar de paseo, pero nadie piensa ya en esa muchacha
que murió allí de dolor y abandonó y que debe ser el ejemplo para los padres
que solo consiguen dolor y lágrimas al abandonar o maltratar a sus hijos.

La Niña Feliciana
A principios del
siglo XX, vivían en el barrio alto de Siracucho- opuesta al barrio bajo o
Colpacucho- una pareja de esposos: don Segundo Cachay y doña Melchora Salazar,
los cuales “chocheaban” con su única hija llamada Feliciana. Esta, además de
linda, era caritativa y amable con todos. Como ellos decían “era como para el
cielo”.
La susodicha pareja
tenía algunos bienes en el “valle” y alardeaban poseer mucha riqueza. Don
Segundo o simplemente Sheo para sus amigos, era un empedernido bohemio y
asistía a toda fiesta que se organizaba. Se pasaba de copas y al ver cualquier
ahaja, decía: “esto no es para mí, yo tengo un becerro de oro”, otras veces era
un toro de oro. Tanto lo dijo que casi todos empezaron a creerlo.
Unos ladrones
trazaron un maléfico plan para apoderarse de tal becerro de oro y sabiendo que
todos los fines de mes los dos esposos viajaban a su finca, decidieron asaltar
la casa cuando la niña Feliciana, ya de unos doce años, quedaba sola. En efecto
conociendo la generosidad de la niña, una noche tocaron la puerta haciéndose
pasar por una vecina que pedía un remedio para los cólicos que sufría. La niña
fue hasta la cocina y los facinerosos tras ella. La tomaron por el cuello para
que les diga donde está el becerro de oro. Y como no les pudo dar razón y al no
dejarse violar le cortaron el cuello y la llevaron hasta la pampa llamada “de
Mejía”, donde la pusieron cerca de un cerco de pencas con un sombrero sobre la
cabeza más el chal de su mamá.
Al día siguiente los
vecinos muy sorprendidos la encontraron así y llamaron a los habitantes del
pueblo, los cuales muy furiosos, se organizaron para perseguir y coger a los
asesinos. Como sabían de las virtudes de la niña, pronto la cabeza fue puesta
en un altar y la veneraron. Como los visitantes aumentaron, le construyeron en
el hoy llamado Sevilla, una capillita. Como eran muchas las limosnas que
dejaban los fieles todos los lunes dedicados a las ánimas del purgatorio, algún
negociante aumentó mas calaveras y hasta vendió alguna de ellas. Además,
algunas personas supersticiosas llevaban sus velas y observaban atentamente
como ardían: si se consumía con la llama quieta era buen agüero; si la mecha se
“hacía rosa”, el favor pedido estaba concedido; pero si la vela se “chorreaba”
era señal de que alguien va a morir. Por todo ello la Iglesia cerró la capilla.
Hoy se ha construido el templo dedicado a la Virgen de Lourdes en su lugar.
En esa época todos
decíamos “vamos a la Feliciana” y el nombre parecía simpático, porque se
refería a felicidad. Hasta que un alcalde “restaurando antiguas
denominaciones”, lo cambió por Sevilla. Hasta ahora buscamos en que archivo
consta ese peregrino nombre, pero solo debe estar en el del alcalde. Y así
sucede, vamos cambiando nombres sin criterio; alejándonos de lo nuestro,
perdiendo identidad, cuando debemos decir “lo nuestro es primero” ¿No te parece?
La pureza que
Feliciana defendió hasta la muerte, hace de esta niña una verdadera santa.

El Niño Dios de Pumarume
Al sur de la ciudad existe una colina con el nombre de Pumarume o
gente del puma. Allí se ha erigido una hermosa capilla en honor al Niño Dios. Cada
año sus devotos aumentan ante los innumerables milagros y cada vez la capilla
se hace más pequeña para albergar a tantos peregrinos de todos los lugares del
Perú. Pero ¿cuál es la historia de este milagroso Niño Dios?
Don Medardo Gómez me contaba, que uno de sus parientes y su amigo
volvían a Celendín, luego de vender sus sombreros en las ferias de la costa.
Estaban ya en el desierto de Pacasmayo cuando escucharon un silbido. Buscaron
por todas partes tratando de ubicar la procedencia de este peculiar sonido y
solo encontraron entre las arenas a un pequeño niño de unos tres años. Como no
había a la vista más personas, compadecidos decidieron cargar con él y traérlo
hasta Celendín. Llegados a Cajamarca el niño enfermó gravemente. Fueron en
busca del médico y al único que encontraron estaba beodo. Al volver a su posada
el pequeño ya había fallecido; entonces lo metieron en una de las bolsas
impermeables que usaban para trasladar los sombreros y tomaron el camino a
Celendín(aún no había carretera).
Al llegar a la altura de Bellavista, que se llamaba Calapacho, de
pronto el cadáver adquirió más peso. Al observarlo notaron que se había
convertido en piedra. Así llegaron a la casa del Señor Gómez y pronto su
adoración se vió incrementada tanto por la hermosura de la efigie, como por los
los milagros que se sucedían. Un día no lo encontraron en su altar. Buscándole
lo hallaron en la colina de Pumarume y como esto sucedió por varias veces
decidieron hacerle allí una capilla muy pequeña. Primero se le conocía como el
Niño de los Gómez y hoy el Niño Dios de Pumarume. Cuando lo conocí tenía la
boquita en posición de silbar, pero los llamados "refaccionistas",
han desfigurado un tanto su hermoso gesto, no obstante sigue siendo el deleite
de niños y jóvenes. Su fiesta es el 14 de enero.
El Niño Dios de Pumarume, no permanece estático en su urna. Así
como caminó al inicio a la búsqueda de un lugar propicio para su templos, hoy
va visitando a las personas que lo necesitan, no importa lo distante que este.
Un solo ejemplo: don Teobaldo Velásquez vivíaen Lima ya por muchos años. En su
juventud tuvo que trabajar mucho porque su familia era de recursos limitados.
Pero en Lima a costa de muchos sacrificios y privaciones,logró una gran
fortuna. Sin embargo, era famoso por la tacañería. El Niño Dios lo visitó en
forma de pordiosero; le pidió una limosna por el amor de Dios, pero don
Teobaldo lo recibió con desprecio y hasta lo golpeó. Al estilo Job el Señor le
quitó su fortuna para probarlo y Teobaldo tuvo que regresar a Celendín donde
todavía conservaba la casita paterna. Oypo hablar del milagroso Niño de
Pumarume y fue a visitarlo ¡Oh sorpresa! ¡Era el mismo Niño que le había pedido
una limosna! pero lucía con diferente ropaje. Don Teobaldo se arrodilló frente
a la imagen, le pidió perdón y prometió ser mejor cristiano. Pronto recuperó su
gran fortuna.


Otra Leyenda del Niño de Pumarume
Cuando Celendín era Villa Amalia de Zelendín, en la parte alta de
la ciudad nació una bella niña, tan bella, que mereció el nombre de Azucena.
Los padres la criaron con mucho amor y devoción y a tanto llegó su celo que no
le permitían salir de la casa. Así creció Azucena como una bella flor, aislada
del mundo. Todos los vecinos, en especial los jóvenes tejían mil leyendas sobre
su belleza o de repente su monstruosidad y hacían planes para asaltar la casa.
Pasaron los años y Azucena se había convertido en una hermosa
joven. Pero de pronto sucedió algo extraordinario. Azucena estaba embarazada y
sus padres la botaron de la casa. La joven se escondió dentro de unos maizales
de la zona de Pumarume y allí permaneció alimentándose de los tiernos choclos.
Al fin dio a luz un extraordinario niño por su belleza y luminosidad. Como el
tiempo pasaba y el maíz se había secado, la joven fue a pedir auxilio a una casa
vecina. Allí dejó al niño y ella desapareció misteriosamente. El pequeño de
pena por haber perdido a su madre murió y los vecinos que le habían albergado
no quisieron enterrarlo por su impresionante belleza y santidad. Así lo
tuvieron una semana velándolo, pero al octavo día se había petrificado. Lo
pusieron en un altar y pronto fue adorado por todos los pobladores de Pumarume.
Pero ¿qué había pasado con Azucena?¿Por qué resultó embarazada en
su aislamiento? Se dio una fácil explicación. Un dios había bajado del cielo y
tuvo relaciones con ella y cuando el niño nació, simplemente el mismo dios la
llevó a su reino.
La Virgen de Lucmapampa
Doña Catalina Araujo, vivía con su familia en este lugar seco y
desolado con su numerosa prole. Su esposo había fallecido dejándola en la
miseria. Así que se propuso pedir a Dios su protección. Todos los días le pedía
que le de el pan nuestro, en especial para su niño de un año de nacido.
Dios escuchó el lamento de una madre y envió a su misma Madre para
solucionar el caso. Al día siguiente doña Catalina encontró en su paso diario
hacia la colina para buscar leña, a una mujer harapienta que le pidió ayuda. Una
harapienta pide ayuda a otra harapienta. Pero doña Cata tenía un corazón muy
caritativo; le dio el único pan que traía. La señora le agradeció mucho y le
dijo que pronto solucionaría sus problemas, pero que el último niño moriría por
amor, ya que era su hijo predilecto.
Doña Cata siguió su camino hacia la colina o cerro adyacente a su
pueblo y al llegar a una cueva, vio sorprendida a la misma señora a quien había
dado su pan, pero con ropajes luminosos. Esta le sonrió con cariño y le dijo
que se quedaría allí, para desde la altura mirar a su pueblo lucmapampeño y
poder ayudarle, porque aseguró que estos pobladores siempre la necesitarían en
sus múltiples problemas. A doña Cata le ordenó que haga abrir en la plazoleta
un pozo para que toda la comunidad se sirva de esta agua y que fuera la única
fuente hasta que alguien la traiga de lejos.
Doña Catalina hizo lo que la Madre le ordenó y cobraba un centavo
por cántaro de agua, solucionando así su problema económico. Mientras tanto su
hijo menor iba creciendo. Era el más correcto de todos y no se olvidó nunca de
llevar flores a la "Madre del Cerro". Tanto amó a la madre que un día
se lo encontró muerto en la misma cueva.
Con el tiempo la población bautizó a la imagen de María con la
advocación de "Natividad de Jorge Chávez" y hoy se ha constituido en
sitio de peregrinaje de todos sus fieles cada 8 de septiembre.
Lo curioso de esta fiesta es que no todos los actos religiosos se
realizan en el mismo pueblo de Lucmapampa, hoy Jorge Chávez; pues las
comilonas, juegos y borracheras se las hace a unos 8 kilómetros el oeste; esto
es en la pampa llamada la "Pampa del Ocho" y que pertenece a José
Gálvez o Huacampampa. Se dice que un hacendado, posiblemente de Guayabas, era
muy devoto de la Virgen de la Natividad y para su fiesta llevaba a todos sus
peones y pobladores de su hacienda para sublimar la celebración. Sin embargo,
como Lucmapampa no ofercía mayor comodidad para tanta gente, por la falta de
agua y escasa población, luego de la procesión de la Virgen,todos regresaban a
la gran pampa que ofrecía Huacampampa, en el mismo camino a Lucmapampa. Allí se
hacía preparar comida y bebidas para todos y se hacían las famosas pachamancas.
Cuando murió el hacendado se quedó la costumbre antedicha y hoy se
sigue construyendo los ranchitos con comidas y bebidas, se hace deporte, peleas
de gallos, etc. y como queda dicho la llanura ha sido bautizada como la
"Pampa del Ocho".

El Padre Eterno de Sorochuco
Cuando este pueblo se llamaba aún San Francisco de Sorochuco vivía
en la estancia don Tomás Atalaya, un humilde campesino pero muy grande en
valores. En su casucha habitaba con su esposa, con la cual no pudo tener
descendencia, pero estaban conformes con la voluntad divina. Pero Dios se había
fijado en esta pareja modelo de vida cristiana, en especial por saber compartir
lo poco que tenían y sufrir con paciencia el yugo impuesto.
Cierto día de invierno en que las lluvias abundan, la esposa pidió
a don Tomás que fuera por leña para la cocina. Este recorrió los matorrales y
solo encontró chamiza mojada. Así que la señora insistió en que tenía que
bajar, del "alto" un madero de cedro para hacer leña, caso
contrario no había almuerzo. Tomás, con el dolor del alma, dio el primer
hachazo. Pero ¡oh sorpresa! De la herida causada por el hacha manó sangre y se
percibió un olor a incienso. Por tal razón guardó el madero con mucha devoción.
Luego de cierto tiempo fueron visitados los esposos por una pareja
de jóvenes muy apuestos, los cuales se presentaron como escultores. Dijeron al
ya anciano Tomás: "Sabemos que tienes un madero que es bueno para hacer
santos, te podríamos tallar uno, no te costará nada, solo es necesario que nos
des un cuarto con su mesa y nos alcances la comida por la ventana, dentro de
tres días te entregamos la imagen ¿qué dices?. Por supuesto don Tomás aceptó la
propuesta.
Pasados lo tres días don Tomás abrió la sala y encontró la imagen
de un anciano con dos ángeles a sus pies, una inscripción "Padre
Eterno" y la comida intacta sobre una silla. Por ello es creencia que fue
tallada la imagen por dos ángeles, ya que nunca más se supo nada de ellos. Don
Tomás llamó a todos los vecinos y se hizo una gran fiesta. Era el 10 de junio
de 1822. El Padre Eterno es hoy el patrono del pueblo de Sorochuco y a su
fiesta asisten devotos de todo el Perú, donde han formado hermandades.
Se dice que muchas veces el Padre Eterno sale a visitar a sus
fieles disfrazado de un anciano pordiosero, sino que los diga doña Felipa que
vivía muy lejos de Sorochuco, cuando vino a la fiesta del Padre Eterno,
reconoció a este como el anciano que lo había visitado y a quien le ofreció
hospedaje.

La Virgen de Candelaria
Al noreste de la ciudad de Celendín, existe una colina o loma,
desde donde se distingue el valle de Llanguat.
Se dice que los primeros pobladores de esta ciudad pusieron el
nombre de Calendariacomo algo significativo, construyendo una capilla y
erigiendo a la Virgen de Candelaria como la señora que guarda la fe enfriada
por los quehaceres de la ciudad y que debe calentarse con los aires del valle.
Recordemos algo de la Virgen de Calendaria dentro de la liturgia
católica. El día 2 de febrero se celebra en todo el mundo y en especial en
Puno, esta festividad, recordando la presentación del Niño Dios en el templo de
Jerusalén y la purificación de su Madre. La Ley Mosaica a la madre hacer estas
ceremonias luego de 40 días de su alumbramiento. El niño para circuncidarse y
la madre para purificarse luego de un derramamiento de sangre. Por supuesto
ninguno tenía tal obligación, pero por el peso de la costumbre se lo realizó.
María tuvo que presentar una ofrenda de dos tórtolas, por su calidad de pobre,
para rescatar al primogénito.
Y se lo llama hoy Candelaria, en recuerdo de que las llamas
purifican, de las llamas del amor que enaltece. Estos primeros pobladores,
luego de celebrar la fiesta el 2 de febrero como queda dicho, y de degustar el
sabroso cuy que llevaban como fiambre, asentado con su chicha...volvían a la
ciudad y como en el camino encontraban varias plantas de ishanga u ortiga, como
acto de penitencia se aplicaban por las piernas y brazos sintiendo el ardor que
produce poco a poco. Y como casi siempre coincide esta fecha con el inicio del
carnaval, los chicos empezaron a arrojar agua y correr a todos con la
"ishangada". Por tanto, siempre hay mezcla de calor de la ishangada
con el frío del agua. Así que ya saben devotos, no solo consiste en ir con la
banda a traer a la Virgen en procesión y luego de una novena volver a llevarla
en medio de globos de agua, sino más que todo en un acto de meditación, para
ver cuanto de fríos andamos ante Dios y cuanto de su calor necesitamos.
Taita Pancho de Chuclalas
En el vecino cacerío de Chuclalás, situado a una hora de la ciudad
de Celendín, todos los 4 de octubre se celebra la fiesta de San Francisco de Chuclalas,
antaño grandiosa fiesta.
Se cuenta que milagrosamente apareció la imagen en este lugar y
que nadie ha podido moverlo de allí. Incluso unos ladrones lo habían traído
hasta Celendín, pero para su sorpresa, al día siguiente no lo encontraron en
sus alforjas. Había huido y muy pronto se lo halló nuevamente en su altar.
Es creencia popular que a San Francisco que cariñosamente le
dicen: "taita Pancho", le gusta visitar a sus fieles y de vez en
cuando se da una escapadita para observarlos. Los síndicos aseguran que algunas
veces lo encuentran con los vestidos y botas manchadas con barro. Eso si es muy
milagroso y a su fiesta asisten personas de todas partes del Perú.
Lo curioso de esta fiesta es que, al estilo de Lucmapampa,
terminada la fiesta religiosa, los fieles se detienen en la llamada
"Matanza", para "los pachamangos". Ahí se sirve el sabroso
cuy, la chicha, los tamales, etc. Se realiza una pequeña fiesta popular, hasta
altas horas de la noche.
Desgraciadamente estas costumbres sanas van perdiéndose a favor de
la comercialización. Hoy notamos que en esta fecha van pocos a la Misa y más
bien se construyen algunos ranchitos para hacer negocio, perdiéndose la
pincelada de unión familiar.
Cristo Crucificado del Templo del Carmen
Si observamos detenidamente al Crucificado del Templo de la Virgen
del Carmen que todos los años sacamos en procesión el Viernes Santo en su santa
urna, veremos que sobresalen algunos huesos netamente humanos. He aquí la historia
que nos contaron nuestros abuelos:
Posiblemente en la hacienda de Pallán, arrendada a sus
propietarias las monjas Concepcionistas de Cajamarca, vivía un hombre que se
daba de ateo empedernido. Su esposa al contrario, era una católica practicante,
que criaba a su único hijo en la más pura fe en Dios.
Pasaron los años y se presentó en la hacienda una epidemia de
cólera que diezmó a la población. Una de las víctimas fue José, el hijo único
de los hacendados. Un joven muy religioso y que siempre repetía su deseo de
parecerse a Cristo Crucificado que murió por nuestros pecados.
El hacendado renegó aún más de Dios, pero una noche soñó a su hijo
que le pedía que sus huesos sirvan para confeccionar un Crucificado. Le contó
el sueño a su señora, y coincidentemente esta había soñado lo mismo. Así que
decidieron hacer el gusto a José.
Como el cuerpo estaba aún "fresco" para hacer el
trabajo, esperaron algunos años, durante los cuales iban teniendo el mismo
sueño. Como el hacendado tenía la casa hacienda muy bien decorada, quiso que se
le confeccionen muebles nuevos. Contrató a un ebanista y cuando se le conversó
a este del deseo de su hijo, se ofreció a confeccionar al Cristo, con los
huesos del joven. Utilizó la técnica del "trapeado" usando telas, la
sabia del zapallo y cal, para aparentar la piel. Luego talló en cedro el dorso
al cual agregó las costillas de José, luego las extremidades con las rótulas,
cúbito y radio del muchacho; y por último confeccionó la cabeza con mucho
cuidado, a la que incrustó los dientes. Una vez terminado el crucifijo, le
entregó al hacendado, el cual vio retratado el rostro de su hijo. Se postró en
tierra y pidió perdón a Dios.
Años más tarde trajeron al Crucificado a la casa del señor Lucas
Aliaga, el cual lo entregó al Templo. Esta fue la primera imagen que tuvo el
mismo, colocado primero en una hornacina y luego en el altar que hoy luce y es
conservado con mucha devoción por don Elmer Jiménez Araujo.
San Antonio de Pencas
En la zona de Minopampa, distrito de Sucre, existe una curiosa
capillita situada en "una alturita" para dominar todo el valle. En
dicha capilla se venera a San Antonio de Pencas cuyos asiduos devotos son
jóvenes de ambos sexos, que los días martes de cada semana le llevan velas y
flores para pedir a nuestro Santo una novia o novio, pero que sea de
"calidad". El Santo se encargará de hacerlos encontrar tal vez en la
misma capilla o lejos de ella.
Se cuenta que San Antonio de Pencas es muy amigo con San Isidro
Labrador, el Santo Patrono de Sucre, y que continuamente van reuniéndose para
tratar la problemática del distrito. San Antonio que esta viviendo en la parte
mas alta lleva a San Isidro en su templo, lo pudo ubicar en la madrugada en la
capilla de San Antonio; y seguramente si no encuentra a San Antonio de hecho esta
con San Isidro. Por ello los sucrences hacen una ceremonia de encuentro de los
dos Santos en la procesión del 15 de mayo. Lo importante es que los corazones
no estén divididos, sino mirando siempre al norte de su progreso.
También nos cuenta que San Antonio de Padua, escogió el lugar
exacto de su capillita, ya que primero lo pusieron en el templo de San Isidro,
pero varias veces se "escapó" de allí para encontrarle exactamente en
las Pencas, donde al fin levantaron la capillita que se ha constituido en un
oratorio para todos sus fieles. Por eso se le conoce como San Antonio de
Pencas.
Taita Ishico
Según la historia, cuando los españoles llamados
"conquistadores", llegaron a Celendín, se repatieron los cacicazgos
de Pachacútec. A Sucre llegó un sacerdote llamado Isidro de Sagovia, el mismo
que homenajeando a su santo patrono San Isidro del Huaco. Desde entonces San
Isidro Labrador ha sido el Santo Patrono en toda la historia de Sucre.
A su fiesta del 15 de mayo, asisten cientos de devotos venidos de
todas partes del Perú y del extranjero. Casi todos hijos de Sucre, casi todos
muy bien acomodados. Los cuales se ponen al tanto de las necesidades de su
pueblo, para dar un granito de arena y así levantar su grandeza.
Se cuenta que "Taita Ishico", como se llama
cariñosamente,no está estático en su altar, sino que de vez en cuando sale a
visitar a su querido pueblo. Así se dice que doña Bondad, síndica del templo,
no podía dormir y sentía la necesidad de ir al templo, porque algo estaba
pasando. Así que se levantó, se abrigó como pudo y fue al templo. Eran las tres
de la mañana. Lo primero que hizo fue dirigirse al altar donde se venera a San
Isidro y grande fue su sorpresa al no encontrarlo. Solo vio unas huellas que se
dirigían a la puerta del templo.
Doña Bondad presa del miedo en todo su ser, pensaba ¿qué podría
preguntar y en dónde?, ya que todos la tomarían por loca. Se dirgió a Minopampa
y vio una lucecita en la Capilla de San Antonio de Pencas. Allí se encaminó y
¡oh sorpresa!. Allí estaban conversando Taita Ishico con el Zarco de las
Pencas. Pero ¿qué conversaban? Nada menos de cómo salvar a algunos sucrences
que se habían extraviado en el camino del Señor. Doña Bondad solo atinó a
ponerse de rodillas ante tan celestial visión.
Se cuenta también que Taita Ishico se puede defender solo. En la
procesión del 15 de mayo, se acostumbra que en una esquina se encuentre con San
Antonio de Pencas, se saluden los dos y sigue la procesión. Pero en ese
encuentro un toro bravo que se había escapado del toril, pasó exactamente por
ese lugar. Todos corrieron buscando refugio y dejaron a los dos santos en el
suelo.El toro llegó, miró de reojo y pasó como si nada.
El Cristo Negro
En el siglo XIX don Tomás Díaz Burga, obtuvo una hacienda de
Rambrán, siendo su primera preocupación levantar una capilla con paredes
"dobles", las que hasta la fecha se pueden apreciar. Luego, la
implemento con imágenes de "buen tamaño" para fomentar la devoción de
la gente. Entre ellas, la de un Crucifijo de tamaño natural que, con el correr
de los años, ostenta un color oscuro(será por el humo de las velas que en gran
cantidad le ponen o por un incendio) por eso se llama "El Cristo
Negro". Hoy Rambrán, centro poblado de Chumuch dista cuatro horas de esta
ciudad; por carretera. Este mismo recorrido se lo hacía antes en casi dos días
a lomo de mula. A fines del siglo XX su último propietario, Tomás Chávez Díaz,
murió en la epidemia del cólera y los comuneros inciaron el levantamiento de
una ciudad trazada a cordel.
Cuentan sus pobladores que durante el tiempo en que don Tomás Díaz
Burga era el hacendado, hizo venir a Rambrán a un médico, ya que se había
desatado una epidemia. Este fue don Natividad Malca Tisnado, quien a la vez
sería luego consejero del hacendado. Don Natividad pronto se hizo popular entre
los comuneros, ya que los asistía gratuitamente y se interesaba por el progreso
del pueblo. Esto desató la envidia de algunas personas que ansiaban mandar en
la hacienda y lo acusaron ante las autoridades de haber ocasionado una
muerte por descuido profesional. Los Guardia Civiles(hoy policías), lo buscaron
en varias oportunidades, pero siempre se escondía en la capilla y no podían
encontrarlo. Hasta que, con la complicidad de los acusadores, lo rodearon. El
corrió a la capilla y, ante la vista de sus perseguidores, se transformó
en el Cristo Negro, todos asustados dejaron el lugar.
Hoy cientos de personas provenientes de Chota, Bambamarca,
Celendín y otras ciudades, lo visitan anualmente para que Él les resuelva sus
problemas relacionados con la justicia. Por ello también se le llama el
"Señor de la Justicia".
En la actualidad la capilla esta por colapsar y hay algunas
personas de buen corazón, que quieren reubicarla. El Cristo Negro está muy
deteriorado y nadie se preocupa por restaurarlo.